Lencería erótica, la "perdición" de las egipcias
Bajo una apariencia discreta y cubriéndose casi todo su cuerpo, las mujeres egipcias esconden ropa interior de lo más sugerente, desde picardías transparentes a sujetadores coloridos o medias de encaje.
Frente al auge del "hiyab" (velo islámico) y otras prendas como el "niqab", que tapa toda la cara menos los ojos, muchas son las egipcias que optan por todo lo contrario cuando se trata de escoger su ropa interior.
En el centro de El Cairo, las tiendas de lencería dejan de lado la sobriedad y exponen atrevidos modelos en sus escaparates, acaparando la atención de mujeres y hombres por igual.
"Esto solo se lo ponen para estar en casa", explica a Efe la vendedora Mona Ahmad con cierto halo de ingenuidad, mientras muestra provocativos disfraces de enfermera, policía, presidiaria o azafata.
Por cien libras egipcias (unos 16 dólares o 12 euros), un par de hermanas acompañadas por su madre se llevan un ceñido minivestido de bruja, con sombrero incluido, poco antes de que una pareja entre a ojear el muestrario.
En otra tienda de la concurrida calle Talaat Harb, la joven Fatma Mona, que viste "hiyab", se decanta por un corsé morado siguiendo el consejo de dos amigas, pues confiesa que se casará pronto y necesita tener listo el ajuar.
"(Ellas) compran para sus hombres. Es como un juego para divertirse en la cama, porque nosotros lo consideramos muy importante", destaca el dueño del local, Ahmad Ali, que reconoce que él suele imponer su criterio frente al de su mujer en ese tipo de "inversiones".
El artículo que más interés despierta es el picardías, camisón corto de seda o de transparencias de todos los colores, que inunda las vitrinas de lencería de la zona, señala Ali, al tiempo que atiende a un hombre que se lleva sin titubeos uno de esos diseños para su esposa.
"Los ligueros también están de moda", sostiene a Efe la bloguera de moda Noha Yusef, que explica cómo el matrimonio influye sobremanera a las jóvenes egipcias, que cambian los pijamas cómodos por camisones de lo más sexy en cuanto se casan.
"El rojo y el negro vuelven locas a las egipcias", añade Yusef, que vive entre El Cairo y Dubái, y ve grandes diferencias entre la moda de su país y la de sus vecinos árabes.
A su juicio, la industria textil egipcia se compone de empresas locales que ofrecen prendas de baja calidad, baratas y gravadas con impuestos del 40 %, mientras que en los países del Golfo el nivel de vida es mayor y las mujeres pueden permitirse comprar lencería fina de marcas internacionales importadas.
No solo el matrimonio puede ser una ocasión especial para adquirir nueva ropa interior: en los países musulmanes tienen muy arraigada la costumbre de estrenarla durante las festividades del Sacrificio y del Fitr, esta última al final del mes de ayuno del Ramadán.
La relación entre la lencería erótica y la discreción de la que hacen gala las mujeres árabes en la calle no parece perturbar la mentalidad de los musulmanes, mayoritarios en Egipto.
Esa tendencia no contraviene las normas de la religión, según el experto en estudios islámicos de la institución Al Azhar, la más prestigiosa del islam suní, Abdel Moti Bayumi, que asegura que el "islam no interviene en la ropa interior de la mujer, sino que esto es algo que se deja para ella misma".
La ley islámica no se refiere a la ropa interior femenina, sino que "pide a la mujer que la vestimenta exterior no sea estrecha para que no describa su cuerpo ni enseñe su piel, puesto que debe vestirse con ropa que la proteja y sea decente", precisa Bayumi.
En ese contraste entre el mundo de lo público y lo privado, las interpretaciones sobre la idoneidad de la ropa varían entre las diferentes escuelas islámicas, agrega Benjamin Geer, profesor de Estudios de Oriente Medio en la Universidad Americana de El Cairo.
"Mi impresión es que la mayoría de las jóvenes egipcias están intentando encontrar el equilibrio entre vestir modestamente y hacerlo de una manera atractiva y a la moda", apunta Geer.
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