¿Timidez o fobia social?
Si tu hijo adolescente se aísla y no quiere salir con amigos de su edad, es posible que sea algo más que timidez. Si bien la fobia social se da en pocos casos, cuando se presenta puede generar problemas sociales y de aprendizaje. En este artículo te contamos cómo detectar esta enfermedad y qué la diferencia de la típica vergüenza que muchos pueden sentir.
¿Has escuchado hablar de la fobia social? Cuando lo que parece timidez se vuelve tan excesivo que hace que la persona evite ciertas situaciones y la interacción con los demás, puede tratarse de algo más. Es difícil reconocer cuando tu hijo o hija tiene un problema, y hay versiones que afirman que no creen que la fobia social sea realmente un problema, sino más bien timidez que debe ser superada por uno mismo o que es sólo una excusa para vender más medicamentos.
Sin embargo, esto no es así. La fobia social es una condición que puede causar complicaciones en la vida social y en el desarrollo normal de los niños y los adolescentes, aunque también puede afectar a los adultos e puede impedirles llevar una vida normal.
En busca de más información sobre esta enfermedad psiquiátrica, un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos examinó las tasas de timidez y de fobia social entre más de 10 mil adolescentes entre los 13 y los 18 años de edad, que participaron en una encuesta nacional.
La mitad de ellos afirmó ser tímido, y de esa mitad, sólo el 12 por ciento había tenido los síntomas de la fobia social en algún momento de su vida. Lo interesante de este estudio es que entre quienes dijeron no ser tímidos, alrededor del cinco por ciento mostró signos de ansiedad social, lo que demuestra que esta enfermedad puede no estar asociada con la timidez, aunque por sus síntomas muchas veces se las vincule.
¿Cuáles son los síntomas de la fobia social? Tal como te hemos contado en otro artículo de Vida y Salud, las principales señales de esta enfermedad son:
-Tener un miedo constante y excesivo de ser observado y juzgado por los demás.
-Sentir timidez e incomodidad al sentirse observado durante una charla, en un baile o en otra situación en la que se participe.
-Sentir una incomodidad o temor tan grande en situaciones sociales que éstas pueden llegar a provocar dolor de estómago, palpitaciones, mareo y deseos de llorar.
-Tener miedo de hablarle a otras personas, como a compañeros de clase o de trabajo.
-Tener palpitaciones, náuseas, sudor y sentimientos de vergüenza y humillación desencadenadas por situaciones sociales.
Todos estos síntomas y estas sensaciones son reales y en verdad pueden hacer que la persona se sienta muy mal. Por eso es importante no confundirlo con una simple timidez como la que tiene muchas personas, y muchos adolescentes y que es fácil de vencer y de superar.
Si bien se trata de una minoría, algunos adolescentes (también niños y adultos), tienen este problema y no pueden resolverlo por sí mismos. Lo peor de todo es que la fobia social puede interferir con el aprendizaje y con su normal desarrollo, e incrementa las posibilidades de que estos jóvenes recurran al alcohol o a las drogas en busca de algo que los haga sentir más seguros ante esas situaciones que para ellos son tan estresantes.
Lo bueno de todo esto es que, una vez detectada, la fobia social puede tratarse y quienes la sufren pueden volver a tener una buena vida social y a divertirse como cualquier adolescente. Para ello existen distintos tratamientos que pueden incluir terapias psicológicas, medicamentos y técnicas de relajación, entre otras alternativas.
El apoyo de los padres y las personas cercanas es fundamental para salir adelante. Si notas que tu niño tiene una timidez exagerada, fuera de lo común que lo hace reaccionar de manera extrema ante situaciones que no deberían serlo, es importante que pidas ayuda y lo acompañes con un profesional calificado para que se descarte fobia social y para que encuentre una solución que le permita disfrutar una de las etapas más gratificantes de la vida.
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